Te levantas y piensas en todo lo que tienes que hacer hoy. Piensas en cuánto trabajo tienes y en la información que tendrá que retener tu cabeza este nuevo día. Te levantas y ni siquiera das las gracias por ello. Ni por toda la comida que se sirve en tu plato, ni por las personas que acompañan tu mesa cada día. Te levantas y piensas en cuánto dinero vas a poder ganar esta semana para gastártelo en materia insignificante que no te da la felicidad. Te levantas y coges fuerza para emprender una monotonía sin sentido ni retorno. Te levantas y te olvidas de soñar, de sonreír, e incluso, a veces, de vivir. Te levantas a las siete deseando que sea ya hora de cenar. Y que tu dolor de cabeza diario no aparezca hoy. Y que de repente te toque la lotería y no tengas que aguantar a tu jefe ni a sus encargos.

Te levantas deseando acostarte. Sin ser consciente de que un nuevo amanecer significa millones de oportunidades que decides malgastar porque ni siquiera las ves. Porque tienes mucho trabajo y vas muy estresado, porque no te da tiempo de parar ni de tomarte un respiro, porque la vida es así: trabajar para vivir y vivir para trabajar.

Llega el fin de semana y, claro que se pasa en un suspiro. Te levantas y piensas que hoy no vas a trabajar, ni vas a tener que aguantar a tu jefe hasta las tantas ni coger el coche para volver a casa. Podrías hacer más. Y te da igual. Es fin de semana.

¿Y si dejas de vivir sólo en vacaciones? ¿Qué pasaría si dejaras de esperar todo el año a que sea verano o toda la semana a que llegue el sábado? ¿Por qué no te levantas un lunes mirándote a la cara y agradeciendo la vida?

Deja de vivir en objetos caros y viajes de lujo que sólo puedes permitirte si trabajas todo el año de sol a sol. Deja de menospreciar cada nuevo amanecer sólo porque sea lunes o martes. Deja de vivir a medias y con prisas. Deja de sobrevivir.

Empieza a vivir de verdad. A disfrutar de cada comida en familia o de cada pizza con tus colegas. De cada saludo de un desconocido o un “gracias” de un amigo. De cada abrazo y cada beso que te llenan el alma y te apiadan el malestar. Vive. Sea lunes, jueves o viernes. Vive y sonríe a cada nuevo día.

Sara Roiget

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